jueves, 21 de mayo de 2009

HONORES A MARIO BENEDETTI

No lo busquéis entre los muertos

Escrito por Jorge Muñoz Fernández

Dejad que al entierro del poeta vayan quienes creen en la resurrección de los muertos; dejad que a los oficios fúnebres del poeta vayan los desventurados; dejad que sean los taciturnos los que vistan de riguroso luto en las exequias oficiales del bardo suramericano; dejad a otros el gimoteo y el oficio de las plañideras; dejad que los invocadores del más allá eleven sus plegarias monótonas y se desengañen intentando purificar el espíritu de un ser humano profundamente pulcro; dejad el lamento y los sollozos a los acongojados, dejad que en la inhumación de Mario desfilen los desventurados y los panegiristas de oficio. Que no asistan los irreverentes y los iconoclastas, aquellos que no creen en el mármol de los cementerios, ni en los panteones donde el poder le rinde culto a los iletrados del conocimiento.
Mario continúa su viaje a pie. Ha comenzado a caminar de nuevo, a pasos de de gigante, con los torturados, los exiliados, los excluidos, los perseguidos, los expoliados, los familiares de los ajusticiados, los humillados y los pobres. Allí está alentado sus sueños con sus manos como banderas llamando a la resistencia por la fraternidad, la justicia y la vida.
Sus libros, que los críticos de fachenda trataron de zaherir por su sencillez para abordar la política, el arte y el amor, los forjó con, por y para el pueblo. Respuesta memorable: “Muchos de mis poemas son producto de ser hombre de pueblo, y estar cerca del pueblo siempre ha sido una máxima para mí. Lo mejor que me pudo haber pasado en la vida es que lo que escribo le haya tocado el corazón a esa gente, a ese pueblo, a ese hombre de a pie.”
Si con motivo de su desaparición física las amantes y los amantes de su poesía pretenden orar por el alma de Mario que no recurran a la oración, ni a la plegaria religiosa. Las súplicas y los ruegos sustitúyanse por sus poemas, capaces de establecer, aún en la conciencia de los enajenados, la comunión profunda que los hombres y mujeres necesitan para labrar un mundo hermano. Apenas ayer dijo: “Hay gente que tiene sus creencias religiosas y tiende a sentir que después de la muerte está el Paraíso, o el Infierno, porque muchos han hecho mérito para el infierno. Yo creo en un Dios personal, que es la conciencia. Frente a la noticia de su muerte alcemos, en su memoria, la copa de la vida.
Mario Benedetti, ahora emancipado de la vida, sigue al lado de los desheredados e iluminando a la clase media que aún vive y sobrevive en las tinieblas.
jorgemunozfernandez@hotmail.com
Jorge Muñoz Fernández

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